Los abogados y un cambio de paradigma
Artículo escrito por: María Gracia Morales.
La incertidumbre y la contracción de la actividad económica generada por la pandemia del COVID-19 nos golpea a todos con especial virulencia y, según parece, esta situación durará, al menos, dos años. En este escenario, con amplios sectores de la sociedad que sufren conflictos de todo tipo, se hace imprescindible que los abogados y los despachos, receptores de primer nivel de toda suerte de situaciones difíciles, apuesten por la innovación, no sólo desde las nuevas tecnologías para ser más competitivos, sino que también conociendo las metodologías de gestión de conflictos para ofrecer respuestas eficientes y ágiles a sus clientes, empresas y particulares. Se transita de modo inaplazable e ineludible hacia un cambio de paradigma en la abogacía, una dimensión multidisciplinar y transversal, integrando las perspectivas del conflicto hacia la confluencia de intereses como opción preferente, tras un análisis minucioso del mismo con las partes implicadas. En este contexto, no cabe duda que la demanda será la última opción que deba plantearse, cuando ya no quepa otra salida.
Y para este ambicioso y necesario cambio de paradigma, el conocimiento de los ADR se ha convertido en una necesidad de primer orden. Disponiendo de información, pero sobre todo de formación solvente, con humildad, que no debilidad, convencer al cliente de los beneficios que aportan estas metodologías y el manejo de una eficaz comunicación, desde la escucha atenta, articulando efectivas devoluciones o feedback para gestionar las diferencias con las partes, se ha convertido en must have de estos tiempos. Los abogados que se adapten a este cambio de paradigma, a una abogacía más transversal y multidisciplinar, además de fortalecer su brand estarán contribuyendo a una sociedad en paz social, porque nada hay más armonioso y justo que decidir conjuntamente entre todos los implicados cómo resolver las diferencias.
“El beneficio es la consecuencia de hacer las cosas bien”
Pero, ¿a qué exactamente nos referimos?
Sin duda, a un amplio espectro en cuestiones que tienen mucho que ver con las técnicas de negociación y las habilidades de comunicación, con una cultura del análisis del conflicto desde todas las perspectivas inimaginables que puedan anotarse cual tormentas de ideas, evaluándolas en primer lugar para después seleccionar soluciones eficientes, en el menor tiempo y al menor coste posible. Tiene que ver con la búsqueda de armonía y el mantenimiento de las relaciones, huyendo de la confrontación judicial y del litigio. Nada es menos aconsejable que convertir al conflicto de intereses en un pleito de posiciones perdiendo el control de su gestión y consiguientemente de la solución, que seguramente, no convencerá.
Nos referimos también a una suerte de auto empoderamiento del abogado en su rol negociador, deshaciéndose del temor a sentirse débil ante su cliente si no plantea inmediatamente una demanda. Se trata de una actitud proactiva hacia una negociación de intereses conjuntos, donde fluya la auténtica comunicación en un marco respetuoso, en confidencialidad, abandonando posiciones enquistadas; esto es, ni más ni menos, sentarse a una mesa de negociación con una estrategia que envuelva y abrace a las partes, con actitud sincera en una comunicación de ventanas abiertas, cuidando no sólo la comunicación verbal sino también el lenguaje no verbal, que este cuidado tendrá una repercusión enriquecedora en las relaciones abogados-clientes-partes del conflicto. Nada es más recomendable que demostrar una actitud receptiva a lo que se está diciendo, evitando malas caras o expresiones corporales que denoten nerviosismo, aburrimiento o incomodidad; antes bien, poseer una actitud serena, aun cuando no nos interese lo que se diga, dejándose uno abrazar en una actitud corporal neutra. Y nada positivo puede conseguirse enfrentados en un tribunal, donde todo gira sobre ganar-perder, la suma cero y casi con toda seguridad, la infelicidad.
ASEMARB, Institución creada entre la Cámara de Comercio de Sevilla y el Colegio de Abogados de Sevilla cuenta con medios materiales y con profesionales cualificados con expertise en mediación y arbitraje para brindar una oportunidad de crecimiento y futuro en los despachos, facilitando a los profesionales instrumentos para encontrar soluciones innovadoras y creativas en los tiempos de incertidumbre del Covid-19.
María Gracia Morales es Doctora en Derecho Constitucional por la Universidad de Sevilla. Mediadora familiar. Ejerce la abogacía desde 1982, pero tras unos años como secretaria judicial sustituta decidió enfocarse exclusivamente en la abogacía colaborativa, la negociación y la mediación. Es docente de la Universidad de Sevilla. Autora de libros y artículos sobre mediación, tutela judicial efectiva y Derecho colaborativo. Ha participado como conferenciante y docente en foros académicos en Honduras y Nicaragua. Experta en MASC en el Programa EUROsociAL II Apoyo al acceso a la Justicia en América Latina, desarrollado en Lima, Perú. Mediadora en ASEMARB. Apasionada de escritura creativa acaba de publicar su primera novela.
Deja tu comentario